Entre los placeres del periodismo: “el mejor oficio del mundo”- al decir de Gabriel García Márquez- está el de contar y volver a contar, historias de seres humanos extraordinarios, a muchos de los cuales llegamos a conocer y hasta a querer, por su sencillez, por su humildad.
Eso, le pasa a este reportero con Petronila Neyra Sánchez, una guajira guantanamera que hace casi 22 años, desde el 27 de abril de 2002 ostenta en su pecho y corazón el título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, impuesto por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
A “Petra” como todos la llaman la conocí en el 2005, cuando acompañado por el fotoreportero Leonel Escalona llegamos hasta su hogar, en el poblado de Palizada, perteneciente al guantanamero municipio de El Salvador, a entrevistarla para las páginas del periódico Venceremos. 17 años, casi exactamente igual, se repite el encuentro con esa mujer que siempre será “Genio y Figura”.
En su humilde hogar es fácil reconocer la rica trayectoria laboral de esta extraordinaria mujer de 79 años de edad, de ellos más de 65 dedicados por completo a la recolección de café; las paredes de la sala están cubiertas de una treintena de medallas y condecoraciones, entre las que destacan el título honorífico de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, y recientemente el de Hija Ilustre del municipio de El Salvador.
¿La infancia?
“Imagínese, nací en un lugar llamado La Pedrera, cerca del poblado de Carrera Larga, éramos 13 hermanos, hijos de una familia muy pobre, y nunca supimos lo que era un juguete o muñecas, ni, aunque le pusiéramos comida a los “Reyes Magos”. El tiempo era para ayudar al viejo en las labores del campo.
“Papá se reventaba trabajando más de diez horas al día para ganar un peso con 50 centavos que había que dedicar para comprar alimentos en una tienda, por medio de un vale, que nunca cerraba, y mi padre siempre estaba empeñado con el bodeguero”.
¿Los barbudos, la Revolución, ¿la vida laboral?
“En las lomas de Bayate conocí chiquitica a los rebeldes en 1958, ya todo aquello era territorio libre de Cuba, y supe del trato de esos barbudos con los niños y con los campesinos.
Viviendo con una tía en Olimpo de Monte Ruz comencé a trabajar en los viveros de café y luego en el hospital de Bayate, hasta que me casé y vuelvo a diferentes labores agrícolas. Tengo el orgullo de ser fundadora del Movimiento Femenino en la Agricultura”.
El año 1982 da un cambió definitorio en la vida de Petronila, por idea de la legendaria Vilma Espín Guillois, se crean Las Tanias, primera brigada milenaria del café compuesta solo por mujeres.
“Es la responsabilidad más alta y linda que he tenido en mi vida”, nos dice Petra, mientras sus ojos se pierden en el lomerío que rodea su hogar.
“Durante 20 años dirigí esa tropa de la que siempre seré parte, hasta mi último suspiro, que espero sea con un morral colgado en la cintura, aunque claro ya no recojo tanto, ni tan rápido”.
Petra ¿y Raúl, Vilma y Fidel?
Vilma fue como una madre, una hermana mayor, siempre preocupada por todas las integrantes de Las Tanias, hasta en el más mínimo detalle de la familia. Raúl muy jaranero, muy humano, a él le agradezco que mando a hacer estas casitas confortables.
Petra, hace un alto en la conversación, seca una de las lágrimas que corre por arrugas forjadas en los cafetales, toma un sorbo de café y nos dice: “Para mi Fidel y La Revolución son la misma cosa, por ello mi mayor gratitud es seguir trabajando mientras tenga fuerzas, apoyando a la defensa civil cuando hay problemas de ciclones, a los CDR, a la Federación de Mujeres Cubanas. Esta guajirita guantanamera como me llamó Vilma estará canasta en mano dispuesta a recoger café hasta el último aliento”.
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