En las más diversas regiones del planeta: las secas y húmedas, las frías, templadas, y semidesérticas, desde la lejana Oceanía hasta las costas de América, pasando por Asia, el mediterráneo europeo y África, se puede encontrar la presencia del Cocotero; fruto testigo mudo de románticas historias de amor, y de leyendas de fortunas escondidas por piratas. Llamado por muchos como Árbol de vida, es la planta cultivable más extendida en el mundo.
Cuentan que Cristóbal Colón, en sus viajes de descubrimientos, quedó encantado con la presencia en las tierras del nuevo mundo del hermoso fruto del Coco. En el diario del Gran Almirante, se hace alusión a esta planta, tras descubrir la Isla que llamó La Española.
Muchas regiones del planeta se discuten la paternidad del versátil cocotero, planta rica en grasa vegetal, producto de mucha demanda en las industrias del cosmético, la artesanía y textil, de amplia aplicación médica, como biocombustible, así como en la alimentación humana y animal, entre otros múltiples usos.
En Cuba, una historia de más de cinco siglos
Aunque teorías aseguran que la llegada del Coco a las costas de América se produce de forma natural, por frutos arrastrados por las olas del mar desde otras zonas del mundo y que germinaron en estas tierras. Su cultivo comienza en la Isla, alrededor de 1565, procedente de México, distribuyéndose por todo el archipiélago, pero con mayor concentración de áreas sembradas en la zona más oriental del país.
Desde entonces Baracoa, primera Villa fundada por los conquistadores en Cuba se convierte en emporio de estas plantaciones, y en el siglo XIX el coco es ya un importante renglón para la economía del territorio. Alejandro Hartmann, Historiador de Baracoa asegura que para 1886 y 1887, la región exportaba hacia los Estados Unidos un millón de unidades.
Bien conocen los pobladores de Baracoa las bondades que ofrece el coco como materia prima para avivar el fuego, en la construcción de techos o artículos artesanales, del secado y desfibre de su copra (residuo de la masa) para la obtención de aceite, utilizado en la fabricación de jabones y cosméticos.
Tradicional es el empleo de su masa en la elaboración de turrones, dulces y el autóctono cucurucho, en la alimentación animal, así como de su agua como refrescante bebida.
Utilizando técnicas y tecnología muy rudimentarias en el municipio se utiliza también el endocarpio o parte dura de la nuez, para la obtención de carbón vegetal que tras un proceso químico se convierte en carbón activado, y el polvo residual sirve como materia orgánica en la Agricultura no convencional.
Baracoa, es el municipio productor del 80 por ciento de todo el coco de Cuba. Durante las décadas del sesenta, setenta y ochenta, del pasado siglo, se realizaron importantes esfuerzos para incrementar los rendimientos del cultivo por áreas e introducir mejoras tecnológicas que permitieran diversificar la industria de sus derivados.
Entre 1990 y el 2001 hubo una primera reducción de la producción de coco, decreciéndose de las 21 mil 298 toneladas a 11 mil 546, problemática en la que incidió un inadecuado manejo de los suelos, falta de insumos, mal estado de los caminos para el acopio del cultivo, un considerable aumento de plagas, enfermedades, así como la desatención, despoblación y envejecimiento de las plantaciones.
El devastador paso del huracán Matthew por el extremo más oriental de Cuba los días 4 y 5 de octubre de 2016 dejó un panorama desolador. En el sector agropecuario quedaban arrasadas 70 mil 574 hectáreas de diferentes plantaciones permanentes y temporales, como Cacao, Coco y Café, y las áreas boscosas del macizo montañoso.
A principios de 2017 solo unas 165 hectáreas de coco estaban en producción en Baracoa. Impulsar el programa de desarrollo del cocotero, iniciado en 2014, fue entonces un imperativo por su importancia económica, las potencialidades de sus derivados como rubro exportable e incidencia en el sustento de vida de 2 mil productores y sus familias.
El programa integral de desarrollo del coco persigue recuperar las producciones de forma sostenible e incidir en las mejoras de las condiciones de trabajo y de vida de quienes lo cultivan y la población en general.
La ciencia tiene la palabra
Aunque estudios científicos para elevar los rendimientos de las plantaciones por áreas se remontan a décadas pasadas, es desde el 2003, en que varias entidades científicas de Guantánamo y el país, desarrollan una serie de investigaciones a partir de un programa nacional dirigido a incrementar la producción cocotera en la Isla.
En la actualidad la Estrategia integral para el desarrollo y producción del cocotero hasta el 2030 tiene un amplio componente de proyectos científicos y de innovación, que incluye la introducción de nuevas tecnologías y variedades del fruto mejor adaptables al cambio climático, así como las áreas dedicadas a su cultivo.
La Doctora en Ciencias Karen Alvarado, hacen énfasis “en la necesidad de recuperar las hectáreas con plantaciones dañadas, con un adecuado manejo integral de los suelos y la aplicación de medidas agrotécnicas”. “Hoy, son muchas las áreas con miles de cocoteros improductivos o de muy bajos rendimientos, y para revertir esto se requiere recuperar de manera sostenible más del 15 por ciento de las plantaciones por año, con variedades resistentes como Indio verde y Cobrizo”.
Opinión con la que coincide el ingeniero Alexei Romero Casas, Director de la empresa agroforestal y coco Baracoa, quien explica que “recuperar las plantaciones y sus producciones, dañados por la carencia de fertilizantes y la falta de insumos a los campesinos, requiere además de adecuadas prácticas del tan necesario extensionismo agrícola”.
Datos expuestos en el encuentro Alimentos con más Ciencia que lidera el Gobierno provincial informan que tras realizarse un estudio de los mejores suelos para el cocotero, con pendientes inferiores al 16 por ciento y una profundidad de 50 centímetros, existen en producción 165 hectáreas y un potencial a sembrar hasta el 2025 de más de 5 mil, ubicadas entre Baracoa, Imías y Maisí.
Áreas que, con un adecuado manejo ecofisiológico, permitirá producir de las 755 toneladas previstas para este año, 3 mil 290 en el 2023, y llegar a unas 26 mil 400 en el 2030.
Importantes pasos se dan en el programa para el desarrollo del cocotero y su cadena productiva, que van desde el incremento de sus producciones hasta el desarrollo de sus derivados que incluye en Baracoa una nueva planta de aceite de coco, entidad llamada a convertirse en importante fuente de ingreso para el territorio.
Cinco siglos después de que la mano del hombre tomara por vez primera en la Isla el fruto del cocotero, es mucho lo que queda por hacer.
Es hora entonces que un cultivo como el coco, llamado rey por sus mil usos, se ubique en el lugar en el que está llamado a ocupar, por su importancia como fuente de ingreso, y reine, de una vez y por todas, en Baracoa y todo el extremo más oriental de Guantánamo, el emporio del cocotero cubano.
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