El 6 de febrero de 1932, llegó al mundo Camilo Cienfuegos Gorriarán, fundador del Ejército Rebelde y una de las principales figuras al triunfo de la Revolución en Cuba.
Nació en una barriada habanera, en el seno de una familia humilde y revolucionaria. Allí creció entre juegos, bromas y sanidad de espíritu. Nada vaticinaba al héroe, tampoco a quien se convertiría en una de las principales figuras al triunfo de la Revolución en Cuba.
Camilo fue uno de los 82 expedicionarios del yate Granma, que el 2 de diciembre de 1956, desembarcó en las costas del oriente del país para iniciar una insurrección armada y poner fin a la dictadura de Fulgencio Batista.
Su arrojo y las hazañas en las filas del Ejército Rebelde le valieron al Héroe de Yaguajay, el reconocimiento y la estima de sus compañeros de armas, entre ellos de Ernesto Che Guevara, quien lo consideró como "el más brillante de los guerrilleros". Y aunque las acciones militares las enfrentó con seriedad, tenía una hermosa sonrisa y buen sentido del humor.
Fue Camilo uno de los hombres más pretendidos entre las tropas y los pobladores, un modelo incomparable de combatiente. Un hombre de pensamiento radical y antimperialista surgido del pueblo, un comunista cabal.
Camilo tenía dos corazones: uno para la Patria y otro para el amor. "No tenía la cultura de los libros, pero sí la inteligencia natural del pueblo", dijo de Camilo el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Para Vilma Espín, era la historia pura. Solo hay que leer su nombre: Camilo Cienfuegos. Fue un héroe que buscó el horizonte en el ánima del fusil. Un hombre que se robó su propio nombre para dárselo a la Revolución.
La legendaria figura de Camilo Cienfuegos Gorriarán, se agiganta con el paso de los años. Y aunque no pudo ver los frutos de la Revolución, por la que tanto había luchado, sus convicciones renacen en el corazón de los cubanos, esos que cada 28 de octubre llenan de flores las aguas cubanas, una bella tradición, que confirma el cariño y la admiración de todo un pueblo.
Su fidelidad a la Patria, a la Revolución y a Fidel, contra quien no se enfrentaba ni en la pelota, demuestra la grandeza de ese humilde hombre que, con sonrisa franca, y temperamento jovial, se convierte en uno de los más carismáticos dirigentes de la Revolución cubana y en Comandante del Pueblo.